jueves, 7 de noviembre de 2013

Las cajas de habanos y como conservarlos


Cuba fue la primera en introducir la clásica caja de puros habilitada, a mediados del Siglo XIX, y hoy sigue siendo la más conocida forma de envasar los Habanos. 

A las originales decoraciones de la caja se les llama Habilitaciones. 

Cada etiqueta tiene su propio nombre, y todas se colocan a mano. Algunas etiquetas se ponen antes de llenar la caja y otras se aplican con posterioridad. 

Como Conservarlos

Un buen Habano es una esponja respecto a la capacidad de absorber cualquier perfume con el cual entra en contacto, y si además pasan al menos tres semanas y hasta un par de meses para transformar un cigarro seco a condiciones de humedad óptima, basta solo media hora de exposición del cigarro en un ambiente con menos del 50% de humedad relativa para secarlo en modo tal que compromete el placer de fumarlo.
Si bien los humidores forrados de porcelana y los recipientes de vidrio o cerámica son óptimos para periodos breves de conservación, tienen la ventaja, como los tubos de aluminio, las bolsas de celofán y el film transparente, de conservar el cigarro húmedo y perfumado como al origen de la confección, estos materiales no absorben el perfume de los cigarros ni les dan beneficio alguno.
Para ello es necesario conservar los Habanos en un huidor.

Aunque los habanos tienen su propio proceso de envejecimiento, en muchos casos el paso de los años mejora la calidad del puro, pero para ello hay que seguir unas determinadas normas de conservación. La temperatura y la humedad a las que se mantiene el cigarro son importantes para su supervivencia, que se puede prolongar más de 15 años.
El puro debe conservarse en condiciones óptimas. Su temperatura tiene que fluctuar entre los 16 y los 18 grados, con una humedad relativa de entre un 65 y un 70 por ciento. La humedad es un elemento crucial. Si un habano se humedece en exceso no se podrá fumar (no se encenderá o no tirará). En cambio, si se seca, adquirirá un sabor más picante. Por lo tanto, se debe mantener la temperatura lo más constante posible y controlar la humedad.

Los humidores son la mejor herramienta para conservar el habano. Un humidor puede ser una caja, un armarito o, incluso, un cuarto completo, diseñado especialmente y que contenga una fuente que genere o controle la humedad. Existe una gran cantidad de modelos entre los que elegir. El habano tarda unos días en aclimatarse a las condiciones del humidor. Por ello, no es una mala idea separar internamente los «recién llegados» de los huéspedes ya acomodados.
No guardar los puros en el humidor genera problemas en el habano, aunque a veces se puede intentar solucionarlos. Si un puro se seca, se puede humedecer suavemente y en etapas, de lo contrario la capa se llega a cuartear cuando las hojas absorben la humedad. Aun así, si el habano ha estado reseco durante dos o tres meses, probablemente habrá perdido un sabor que nunca volverá a recuperar. En el caso contrario, la exposición prolongada a la humedad puede hacer que el tabaco se pudra, pero lo más probable es que aparezca moho. Se trata de un moho blanco, color talco, que aparece cuando se somete al habano a un incremento brusco de humedad. Se debe eliminar con un cepillo.

También conviene advertir que colocar los puros en el refrigerador es una mala opción, ya que las condiciones de éste eliminan la humedad de los puros y además absorben los olores de los alimentos. 


El Habano es algo que exige respeto, está hecho para todos los sentidos, para todos los placeres,  para la nariz, el paladar, los dedos, los ojos...Rodado entre los dedos su leve crujido es un placer extra para los oídos. 
Un buen Habano contiene la promesa de una experiencia totalmente placentera.

" Zino Davidoff"


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